Es insultante decirle a alguien que le fue bien porque tuvo "suerte". La suerte se hace. Uno se la banca. Uno trabaja de cualquier cosa y va progresando que es lo que normalmente pasa en un país normal.
Después de muchos años uno levanta cabeza, arranca en serio. Cumple sus sueños a fuerza de poner el lomo y la cabeza. De saber insertarse, de hacer amigos, de poder aprender el idioma y la cultura. De capacitarse, de estudiar, de homologar títulos, de seguir capacitándose, de sacrificarse... Suerte?
Suerte? no, m‘hijito. Eso no es suerte. Eso es determinación y valor. Eso es apretar los dientes por no tener a la familia alrededor, es perderse muchas eventos familiares en su país de origen.
Pero también es elegir zafar del "destino". Despojarse de los mandatos paternos/familiares de que uno tiene que hacer A, B o Z. Hay que tener agallas. Hay que tener claridad mental y fortaleza de espíritu. Es poder decir "Lamento que no estés de acuerdo pero yo voy a conducir mi destino".
Emigrar no es para cualquiera. Se necesita cierta locura, cierto apego a la aventura y valentía para afrontar lo desconocido. Hambre de aprender y de conocer.
Decirle "te va bien porque tuviste suerte" a alguien es de mala leche. Es querer bajarle el precio a su esfuerzo. Es chorrear envidia.
Los inmigrantes pagamos la "suerte" muy cara. Con sangre, sudor y lagrimas. Y lo volveríamos a hacer una y mil veces. El inmigrante tiene un espíritu indomable. Es hijo de los barcos. Y los barcos están seguros en el puerto. Pero los barcos no se construyeron para eso. Se construyeron para desplegar las velas y echarse a la mar. En las tormentas se hacen los marineros. De suerte, muy poco. De coraje, valor y esfuerzo, mucho...